Archivo de la categoría: Sin categoría

Cómo mejorar mi Inteligencia Emocional en 6 pasos

Podríamos definir la inteligencia emocional como la capacidad que cada uno tiene de poner las emociones al servicio de la elección y consecución de sus objetivos.

Para aumentar la inteligencia emocional podemos seguir un camino de 6 pasos:

  • Primero, tengo que ser capaz de percibir, identificar y poner nombre a lo que siento.

Saber si se trata de tristeza, enfado, alegría, asco, miedo, amor, envidia, celos, etc. No podemos quedarnos en: me siento bien o me siento mal.

  •  En segundo lugar, tendré que saber identificar qué están sintiendo los demás.

Prestaré mucha atención a la comunicación no verbal. Cuando alguien nos diga que se siente de una determinada manera pero con su cara, su cuerpo y su tono de voz nos esté transmitiendo otra cosa nos quedaremos siempre con este último mensaje. A través de lo no verbal resulta mucho más complicado mentir.

  • En el tercer paso, en un nivel superior a los dos anteriores, tendré que ser capaz de comprender lo que estoy sintiendo.

Es fundamental conocer ante qué situaciones siento cada emoción y para qué me sirve. Por ejemplo, el miedo surge ante un peligro real o imaginario y me sirve para ponerme a salvo.

  •  El cuarto paso es: comprender las emociones de los demás.

Tenemos que ser capaces de ponernos en el lugar del otro para entender cómo se siente, no nos sirve pensar que se siente como nos sentiríamos nosotros en su misma situación.

  • El quinto paso, en el nivel más alto, una vez percibidas y comprendidas mis emociones tendré que ser capaz de gestionarlas.

Por ejemplo, solemos cometer dos errores típicos a la hora de gestionar el miedo.

El primero es evitar. Cuanto más evitamos lo que nos da miedo, más miedo nos dará.

La única manera de convencerme de que algo no es peligroso, como puede ser, subir en ascensor, es haciéndolo.

El segundo error es pedir ayuda. Cuando pedimos ayuda estamos perdiendo la ocasión de demostrarnos a nosotros mismos que podemos hacerlo solos.

El miedo o se supera en primera persona, o no se supera.

  • El sexto y último paso es saber gestionar las emociones de los demás.

La herramienta fundamental en este punto es la comunicación. Tendremos que saber cómo empatizar, cómo hacer una crítica sin ofender, cómo manejar el enfado del otro sin “entrar al trapo”… en definitiva, cómo hacernos entender e influir en los demás.

Cómo gestionar la ira y no perder los nervios

Sentimos ira cuando algo se interpone entre nosotros y nuestros objetivos, o cuando consideramos que estamos ante una injusticia.

Es importante comprender que todas las emociones son útiles y necesarias, y la ira no es una excepción. Entonces, ¿para qué nos sirve? Nos avisa de que algo debe cambiar y nos motiva a detener aquello que consideramos injusto o nos causa malestar. Para ello disminuye el miedo y nos aporta la energía necesaria para actuar.

La ira en sí no es un problema, pero mal gestionada puede ser peligrosa ya que nos impide pensar con claridad y hace que actuemos de manera hostil y agresiva.

 ¿Cómo podemos entonces gestionar nuestra ira?

Lo mejor es prevenir, así que antes de perder los nervios ten en cuenta que es fundamental no dejar acumular lo que nos molesta, porque si no, seremos como una olla exprés que va acumulando presión y corre el riesgo de explotar.

También es muy importante cuidar el descanso y las demás necesidades básicas. Cuando tenemos sueño o estamos hambrientos es mucho más fácil que nos saquen de nuestras casillas.

Y, por último, procura bajar tu nivel de activación en algún momento a lo largo del día: puedes practicar técnicas de relajación, yoga, meditación o disfrutar de un baño relajante.

Cuando ya nos ha desbordado la situación y nos sentimos invadidos por la ira, poco podemos hacer. Debemos evitar responder con la misma moneda, la violencia provoca más violencia y cierra las posibilidades de comunicación. En cuanto notemos las primeras señales de que podemos perder el control, lo mejor será apartarnos de quien nos está irritando antes de hacer o decir algo de lo que luego nos podamos arrepentir. Tampoco es conveniente darle vueltas y vueltas a lo que nos ha enfadado, ya que solo conseguiremos enfadarnos todavía más.

 Después de cada episodio de ira es útil hacerse las siguientes preguntas:

  • ¿Estoy ante una situación injusta? Si es así, busca cuando estés tranquilo, la manera de cambiar las cosas sin recurrir a la violencia.
  • ¿Algo o alguien me impide conseguir mis objetivos? En este caso plantéate:
    • ¿Son mis objetivos realistas?
    • ¿Son realmente lo que quiero?
    • ¿Tengo alguna manera alternativa de conseguirlos?

El afrontamiento de la ira pasa por ver las cosas de manera distinta. Adoptar el punto de vista del otro hará que le comprendamos mejor y nos enfademos menos. También nos puede ayudar, dejar de interpretar las relaciones humanas en términos de ganar perder, puesto que, en la mayoría de las situaciones o todos ganamos o perdemos todos.