Archivo del Autor: Mónica Manrique

Para saber más sobre la autoestima

La autoestima, bajo una perspectiva psicológica guarda relación con:

  • Autoafirmación: el sujeto con una autoestima alta tiende a defender e imponer sus puntos de vista y suele tener mejor rendimiento escolar y originalidad en sus ideas y exposiciones.
  • Atribuciones causales:por lo general se realiza la atribución causal de una conducta a partir de tres factores:
    1. El locus, lugar donde situamos la causa. Las causas son internas cuando se sitúan dentro del sujeto y externas cuando están fuera del mismo.
    2. La estabilidad: en función de que la causa sea estable o inestable.
    3. La controlabilidad o nivel de control que se ejerce sobre la causa. Son causas controlables o no incontrolables.
  • Salud mental: una autoestima alta actúa como defensa psicológica ante tensiones y problemas. Se han detectado relaciones entre autoestima y depresión. En general, la baja autoestima puede llevar a sentimientos de apatía, aislamiento y pasividad, mientras que la alta autoestima se relaciona con mayor actividad, sentimientos de control sobre las circunstancias, menor ansiedad, mejor capacidad para tolerar el estrés interno o externo, menor sensibilidad a las críticas y mejor salud física (Lara, Verduzco, Acevedo y Cortés, 1993).

Qué son las habilidades sociales

Existen tantas definiciones de habilidades sociales como autores se han acercado a su estudio. El siguiente listado de definiciones de habilidades sociales se ordena siguiendo un orden cronológico y nos da debida cuenta de qué podemos entender por habilidades sociales.

  • “La capacidad compleja de emitir conductas que son reforzadas positiva o negativamente, y de no emitir conductas que son castigadas o extinguidas por los demás” (Libet y Lewinsohn, 1973, p. 304)
  • “… capacidad de jugar el rol, es decir, de cumplir fielmente con las expectativas que los otros tienen respecto a mí como ocupante de un estatus en la situación dada” (Secord y Backman, 1976, p. 407).
  • Philips (1978), “… la medida en que una persona puede comunicarse con otros de una manera que asegure los propios derechos, requerimientos, satisfacciones u obligaciones, en un grado razonable, sin afectar a los derechos similares de las otras personas” (p. 13).
  • “Un conjunto de conductas identificables, aprendidas que emplean los reforzamientos de su ambiente” (Kelly, 1982, p. 3).
  • Blanco (1982), “… es la capacidad que el individuo posee de percibir, entender, descifrar y responder a los estímulos sociales en general, especialmente a aquellos que provienen del comportamiento de los demás” (p. 568).
  • “La capacidad compleja para emitir conductas o patrones de respuesta que maximicen la influencia interpersonal y la resistencia a la influencia social no deseada (efectividad en los objetivos) mientras que al mismo tiempo maximizan las ganancias y minimizan las perdidas en la relación con otras personas (efectividad en la relación) y mantiene la propia integridad y sentido de dominio (efectividad en el respeto a uno mismo)” (Linehan, 1984, p.153).
  • “La conducta socialmente habilidosa es ese conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones, o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelven los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas” (Caballo, 1986).
  • Según Furnham (1992) las habilidades sociales son “… las capacidades o aptitudes empleadas por un individuo cuando interactúa con otras personas en un nivel interpersonal” (p. 215).
  • García Sáiz y Gil (1995), por su parte, dicen “… comportamientos aprendidos que se manifiestan en situaciones de interacción social, orientados a la obtención de distintos objetivos, para lo cual han de adecuarse a las exigencias situacionales” (p. 50).
  • “La habilidad social es la capacidad de ejecutar aquellas conductas aprendidas que cubren nuestras necesidades de comunicación interpersonal y/o responden a las exigencias y demandas de las sociales de forma efectiva, o si se prefiere, es una clase de respuestas pertinentes para desempeñar con eficacia las siguientes funciones:
      • Conseguir reforzadores en situaciones de interacción social.
      • Mantener o mejorar la relación con otra persona en la interacción interpersonal.
      • Impedir el bloqueo del refuerzo social o mediado socialmente.
  • Mantener la autoestima y disminuir el estrés asociado a situaciones interpersonales conflictivas” (León Rubio y Medina Anzano, 1998, p.p. 15).
  • Para Monjas (1999), las habilidades sociales son: “… las conductas o destrezas sociales específicas requeridas para ejecutar competentemente una tarea de índole interpersonal. Implica un conjunto de comportamientos adquiridos y aprendidos y no un rasgo de personalidad. Son un conjunto de comportamientos interpersonales complejos que se ponen en juego en la interacción con otras personas” (p. 28).

Señalar, también, que los diversos componentes de la conducta habilidosa se encuadran de manera integrada en tres sistemas de respuesta. La combinación adecuada de estos tres componentes da como resultado una habilidad social determinada (Gil, León y Jarama, 1995).

  • Componentes conductuales: conductas concretas que implican, a su vez, elementos no verbales, paralingüísticos y verbales.
  • Componentes cognitivos: percepción, atribución o interpretación del significado de las distintas situaciones de interacción social.
  • Componentes fisiológicos: elementos afectivos y emotivos y sus correlatos psicofisiológicos: ansiedad, ritmo cardíaco, etc.

Para concluir, podemos extraer de las diferentes definiciones que las habilidades sociales son conductas manifiestas, observables, que se muestran en situaciones de interacción social. Tales capacidades pueden enseñarse y/o mejorarse a través del aprendizaje, ya sea de incidental o como consecuencia de un entrenamiento específico. Están orientadas a la obtención de determinados objetivos o refuerzos. Estos refuerzos pueden proceder del ambiente o de uno mismo (autorrefuerzo). También debemos tener en cuenta que son respuestas específicas a situaciones específicas. Para que una conducta sea socialmente eficaz, deben tenerse en cuenta las variables contextuales y las características del sujeto que las emite.

Así mismo, Michelson, Sugai, Wood, y Kazdin (1983), plantean una definición de la que podemos extraer las siguientes características de las habilidades sociales: son adquiridas, principalmente, a través del aprendizaje; incluyen comportamientos verbales y no verbales, específicos y discretos; suponen iniciativas y respuestas efectivas y apropiadas; fomentan el refuerzo social; son intrínsecamente recíprocas; están influenciadas por variables contextuales y las características del sujeto; y cualquier anomalía en ellas puede ser especificada y objetivada para poder intervenir.

Cuento de los tres picapedreros

En un día de mucho calor tres picapedreros se encuentran rompiendo piedras en una cantera. Los tres están ensimismados en la misma tarea, pero descargan con diferentes intensidades el  peso de la maza y el punzón sobre las rocas. Las expresiones de sus rostros manifiestan distintos grados de concentración en su trabajo. Un observador que se hallaba recorriendo el lugar – atento de la situación –  supuso que todos eran empleados y que poseían una misma finalidad, pero la diferente actitud de cada uno lo confundía. Pensó que tal diferencia se debe a las distintas reacciones ante el calor. Decide, entonces, romper su curiosidad abandonando su supuesto, acercarse y preguntarle a cada picapedrero para qué o por qué pica las piedras.

Se acerca al primero, que con su rostro tenso y aburrido descarga su maza con violencia y desgana. Frente a su pregunta contesta: “Pico piedras porque cometí un delito y estoy condenado a trabajos forzados durante treinta años”. El segundo, más activo en sus movimientos, con un rostro que mostraba visibles signos de agotamiento, responde: “Pico piedras durante muchas horas porque necesito ganar dinero y alimentar a mi familia y cuantas más horas trabajo, más dinero llevaré a mi casa”. El tercero, concentrado, ávido en su tarea y con un deje de satisfacción en cada golpe, le responde: “Pico piedras porque formarán parte de una de las esculturas que adornarán la catedral principal de la ciudad”.

(Desconozco quién es el autor)

Qué NO hacer con la tristeza

Dos errores típicos a la hora de gestionar la tristeza:

  • —Dejar de hacer actividades que habitualmente nos nutren, como ver a los amigos y a los miembros de la familia que podrían ser un apoyo real para nosotros.
  • Enfrentamos al agotamiento esforzándonos más, pero lo que conseguimos es que éste se haga más intenso.

—Cuando la depresión empieza a apoderarse de nosotros reaccionamos haciendo lo posible por quitarnos de encima nuestros sentimientos, ya sea reprimiéndolos o pensando para intentar encontrar un modo de salir de ese estado de ánimo. —En este proceso, desenterramos penas del pasado (tristeza, culpa, vergüenza) y hacemos aflorar preocupaciones con relación al futuro (ansiedad). Mentalmente, probamos con esta o aquella solución sin sacar nada en claro y lo que conseguimos es frustración, e ira contra nosotros mismos por no ser capaces de liberarnos de esa tristeza tan incapacitante.

—Paradógicamente, los esfuerzos que realizamos habitualmente para salir de este estado de ánimo, lejos de liberarnos, nos mantiene atrapados en el dolor del que estamos intentando escapar.

—Por raro que pueda parecer, la ciencia ha demostrado que está bien dejar de intentar solucionar el problema de sentirse  mal.

M. Williams, J. Teasdale, Z. Segal, J. Kabat-Zinn (2010): “Vencer la depresión” . Ed: Paidós. Madrid.

Cómo gestionar la ira

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“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”

Aristóteles, Ética a Nicómaco.

La ira se genera cuando tenemos la sensación de haber sido perjudicados o tratados injustamente (engañados, manipulados, traicionados, heridos…). También sentimos ira cuando un obstáculo se interpone entre nosotros y nuestros objetivos.

Esta emoción nos avisa de que algo debe cambiar, motiva a detener aquello que nos causa malestar. Disminuye el miedo y aporta la energía necesaria para actuar. Se trata de una emoción potencialmente peligrosa porque nos impide pensar con claridad y hace que actuemos de manera hostil y agresiva.

Cómo gestionar la ira:

  • No dejar acumular lo que nos molesta sin expresarlo y sin pedir cambios.
  • El afrontamiento de la ira debe ir en la dirección de ver las cosas de forma diferente. Adoptar el punto de vista del otro hará que le comprendamos mejor y nos enfademos menos.
  • Nunca responderemos con la misma moneda (la ira provoca más ira y cierra las posibilidades de comunicación). En cuanto notemos las primeras señales de que podemos perder el control lo mejor será apartarnos de quien nos está enfadando.
  • No darle vueltas y vueltas a lo que nos causa rabia porque nuestra ira crecerá.
  • Cuidado con el desahogo gratuito, el maltrato psicológico o físico, las humillaciones, los insultos… Las consecuencias son muy graves.
  • Debemos resolver los problemas cuando estemos tranquilos y esté tranquilo también el otro para evitar una escalada de violencia.
  • Piensa que si pierdes el control, después te arrepentirás y te sentirás culpable.
  • Cuida tu descanso.